Me senté en una roca que había junto a la orilla y apoyé la
espalda en el tronco de un árbol que, haciendo una pequeña ese, se subía
ligeramente en la roca. Me aseguré de dejar la mochila al alcance de la mano,
justo delante de mí, donde no corriera peligro ni de caer al río, ni de que
pudieran alcanzarla otras manos que no fueran las mías. A lo lejos podía
escuchar las voces de los medianos y de mis compañeros. Aunque no llegaba a
entender lo que decían, imaginaba que seguirían con las dichosas negociaciones.
Me pregunté si realmente necesitaban las cosas que iban a comprar.
El murmullo a lo lejos trajo a mi memoria aquel anochecer en
Assen… Había sido día de mercado y aun en las últimas horas de la tarde seguía
el bullicio de los mercaderes, algunos atendiendo a los clientes rezagados y
otros recogiendo sus puestos ambulantes. Huyendo de la algarabía, me adentré en
el bosque. No llevaba demasiado tiempo caminando cuando Dru apareció ante mí y,
como siempre que la veía, mi corazón comenzaba a galopar como un caballo
desbocado. Me detuve y la esperé con los
brazos abiertos. Segundos después la oprimía contra mi pecho como si quisiera
asegurarme de que siempre estaría allí. Hacia meses que no sentía su cuerpo
entre mis brazos y esa sensación me provocaba un gran desasosiego.
-
Hola.
Una voz cantarina y dulce me
devolvió a la realidad, levanté la mirada. Parada delante de la roca, a tan
solo unos pasos de mí había una muchacha de unos 15 años. Me miraba muy seria,
con su cara pecosa y su cabello rojizo trenzado a ambos lados de la cabeza. Iba
vestida con ropas de muchacho y llevaba colgada a la espalda una bolsa más
grande que ella, aunque a juzgar por lo que abultaba estaba casi vacía.
-
¿Qué pasa? ¿Acaso
eres mudo? –Se puso en jarras, retándome y entonces me di cuenta de que me
había sorprendido tanto que me había quedado mirándola descaradamente.
-
Perdona, no
pretendía ofenderte –sonreí-. Hola.
-
¿Vais a viajar con
los medianos?
-
¿Cómo?
-
Que si viajáis con
los medianos –miró hacia arriba sin levantar la cabeza e hizo un gesto de
desagrado.
-
No, no tenemos
intención de viajar con ellos. ¿Por qué? ¿Tú si?
-
Pues no, no han
querido llevarme. Dicen que no van a mover la caravana sólo para una pasajera.
No me da miedo viajar sola, lo he hecho en otras ocasiones, pero ahora es
distinto, ya sabes.
-
No, no sé. ¿Dónde
están tus padres?
-
Mi madre se largó
cuando yo tenía dos años y mi padre falleció hace año y medio. Desde entonces
me he cuidado sola –dijo retándome-. ¿De verdad no sabes lo que pasa?
-
¿Qué es lo que pasa?
–Pregunté con la total seguridad de que la cría quería venderme alguna historia
con tal de viajar con nosotros, pero yo no estaba dispuesto a echarme encima
esa responsabilidad.
-
Pero… ¿De dónde
sales tú? Pensaba que venias de Sartil, y allí no se habla de otra cosa –se
cruzó de brazos sin apartar la mirada de mis ojos, creo que pensaba que la
estaba sometiendo a algún tipo de prueba. Pero la verdad es que no tenia ni
idea de a qué se estaba refiriendo-. O de verdad no lo sabes o eres más tonto
de lo que pareces.
-
Estoy esperando a
que me lo cuentes –la verdad es que me agradó la forma de ser de aquella
chiquilla que no mostraba ningún respeto ni tampoco temor alguno al hablar
conmigo.
-
¡En fin! Voy a
contártelo porque veo que no tienes la menor idea –Se colocó las trenzas, estiro
su camisa con las manos y tiró suavemente de su bolsa que se escurría despacio
de su hombro por la falta de peso- Desde hace varios meses ha desaparecido
gente de los pueblos y aldeas que hay a lo largo del camino que conduce al sur.
Dicen que no vuelven a aparecer ni vivos ni muertos. Aunque… también he oído
que han aparecido algunos cadáveres medio descuartizados y que a todos ellos
les habían arrancado el corazón.
-
¿Eso dicen? –Una
sonrisa burlona asomó a mis labios, lo cierto es que seguía pensando que la
muchacha sólo buscaba alguien con quien viajar hacia el sur.
-
¿Ves como eres
tonto? Si crees que me lo estoy inventando ve y pregunta –dijo mientras
señalaba hacia las caravanas con un gesto de la cabeza.
-
Vale chica, no te
enfades –me eché a reír y creo que eso la molestó incluso más que mi
desconfianza- ¿A dónde quieres ir?
-
Me bastará con
acompañaros hasta el cruce que hay en los montes Thermmes, hasta la posada de
Manos Huecas. Allí cogeré una caravana que me lleve hasta Ghimmeria.
-
¿Al desierto? No lo
dices en serio, ¿para qué quieres ir a
Ghimmeria? –Cada vez me intrigaba mas aquella pequeña, me pregunté qué podría
buscar una niña en una ciudad en mitad del desierto de Al-Rashin y sobre todo
qué posibilidades tendría de sobrevivir al viaje.
-
¿A ti qué te
importa? Sólo tienes que decirme si me llevaras con vosotros hasta la posada
del camino… la curiosidad mató al gato –aquella especie de amenaza por parte de
la chica me hizo reír a carcajadas. Hasta ese momento no tenia la menor
intención de llevarla con nosotros, pero la verdad es que me intrigaba
demasiado como para dejarlo pasar.
-
De acuerdo, puedes
venir con nosotros. ¿Cómo debemos llamarte?
-
Mi nombre es Yunuén,
pero puedes llamarme Yun.
-
Muy bien, Yun; yo
soy Valine –di una palmadita suave en la roca para que se sentara a mi lado,
titubeó durante unos segundos pero al final se sentó junto a mí.
-
¿Me contarás ahora
por que estás dispuesta a hacer un viaje tan largo?
-
Desde luego que no
–dijo sonriendo- es algo que no te importa –Me iba a costar más de lo que
suponía, pero estaba seguro de que antes o después acabaría contándomelo.
-
Eres dura de pelar
–dije sonriendo sin dejar de mirar hacia el bosque del otro lado del río- ¿Sabes
algo más sobre esas misteriosas desapariciones? ¿Algún detalle que deba
conocer?
-
Ya te he dicho todo
lo que sé –en ese momento comprobaba los cierres de su bolsa, asegurándose de
que estaba bien cerrada, como si llevara dentro el más valioso tesoro. Me miró
de soslayo sin hacer el más mínimo movimiento con su cabeza-. Quizá los
medianos sepan algo más.
-
Puede que tengas
razón –me giré para mirar hacia el campamento- vamos.
Me levanté y recogí mi bolsa.
Antes de bajar de la piedra, Yunuén se había pegado a mí como si temiera que al
perderme de vista la dejara abandonada. Avanzamos paseando hacia el campamento y de nuevo me fijé en
como la chiquilla aferraba su mochila con fuerza, entonces pensé que se debería
a que probablemente era todo lo que poseía. Mientras caminábamos intenté
ganarme un poco más su confianza, me mostré cordial e incluso protector y a
pesar de que pensé que no reaccionaría bien, pareció gustarle la sensación de
sentirse protegida.
Elivyän y Arhavir avanzaban
hacia nosotros comentando entre ellos las maravillosas compras que acababan de
realizar. Nos encontramos más o menos a mitad del camino entre el campamento y
la orilla. Me fijé en la cara de sorpresa del joven mago. Hacía ya un rato que
no le quitaba ojo a Yunuén y según se acercaban una sonrisa bobalicona había
comenzado a dibujarse en su rostro. Que por cierto, pasó de su tono pálido
habitual a otro mas encendido que cubrió por completo su cara llegando incluso
a teñir de rojo sus orejas. Tras las presentaciones y los saludos cordiales
entre los elfos y la muchachita, continuamos caminando hacia el camino. Elivyän
parloteaba mientras me iba enseñando cada objeto comprado.
Dos pasos por delante caminaban
Arhavir y Yunuén. No podía escuchar lo que decían, pero a juzgar por la cara
del muchacho lo que ella le iba contando parecía muy interesante. Era un chico bastante tímido y sin duda ella
le agradaba más de lo que estaría dispuesto a reconocer. Me fijé en él durante
un momento. Parecía completamente ensimismado con las explicaciones de Yun, que
gesticulaba con las manos y con la cara, hacia aspavientos exagerados e incluso intercalaba pucheros y sonrisas.
Mientras que Arhavir parecía hipnotizado por sus ojos, incluso diría que no se
estaba enterando de lo que ella le contaba. La miraba extasiado, como si
tuviera ante si a la mismísima Ailskâ.[i]
Muy interesante el relato, a ver si me pongo al día porque empezar desde aquí no es muy bueno, ando un poco perdida. Un besazo.
ResponderEliminarComo siempre, me dejas alucinado, de verdad. Qué bien escribes y describes las situaciones.
ResponderEliminarUn abrazo y encantado de leerte de nuevo.
Por cierto que aprovecho para decirte que en el blog de acompáñame, estamos con retos para halloween, queremos mostrar que la cultura debe ser gratis a la vez que celebrar esa fiesta, por eso estamos escribiendo relatos que luego recogeremos en un libro que se pondrá como descarga gratuita.
ResponderEliminarEsperamos que participes.
http://podemos-juntos.blogspot.com.es/2012/10/reto-segundo-de-halloween-minirelato-de.html