Empujé la puerta y ésta se abrió de par en par dando acceso a un habitáculo oscuro, en el suelo. En mitad de la habitación había dibujado un pentagrama en el centro del cual se hallaba un ataúd de madera de cerezo brillante, sobre la tapa tenia tallado un escudo que supuse que se trataba del emblema de su familia, el interior de seda abullonada en tono marfil y los herrajes de un metal dorado relucía como si fueran de oro. En cada punta del pentagrama suspendidos en el aire, unos cristales con talla de diamante emitían una tenue luz en tono verdoso, incluso juraría que emitían un leve tintineo apenas audible. En la pared del fondo de la habitación colgaba un tapiz con una escena de una audición de música, en el lado izquierdo del tapiz una muchacha tocando
el violín mientras en el lado opuesto un grupo de tres o cuatro personas escuchaban embelesados. En el lado derecho de la estancia había una gran chimenea, por algún motivo a ella le gustaba el fuego, el chisporroteo y el crepitar de las llamas, me pregunté si por ese motivo estaría encendida también la chimenea de la antesala.
Parada ante el hogar con el violín en una de sus manos y el arco en la otra se hallaba Emaleth, sin duda era una mujer muy bella, su cabello negro como la noche caía lacio hasta la cintura y lo había adornado a un lado de la cabeza con una rosa negra que acentuaba más si cabe su belleza. En sus ojos verdes se reflejaban tonos naranjas que proyectaba el fuego de la chimenea otorgándoles un brillo mágico, pero a pesar de ello reflejaban una profunda tristeza, aunque para ser sincero no recordaba haber visto otra cosa que no fuera pesar en aquellos ojos. Llevaba puesto un corpiño de encaje con un amplio escote que dejaba al descubierto su mortecina piel y una falda de volantes que caían vaporosos hasta el suelo, adornaba sus manos con unos mitones de encaje negro haciendo juego con el resto de su atuendo. Me miró y una triste sonrisa se dibujó en sus finos labios, extendió la mano con la que sostenía el arco del violín y con un gesto de sus dedos me indicó que me acercara a ella.
Avancé unos pasos hacia ella, después de cerrar la puerta tras de mí. En ese momento me percaté de que a uno de los lados de la chimenea, en una percha para aves, había un cuervo que me observaba escrutando cada uno de mis movimientos. Emaleth miro hacia el pájaro siguiendo la trayectoria de mi mirada y luego se volvió de nuevo hacia mí.
- ¿Recuerdas a Raven, querido Marcus? Sin duda él si te recuerda a ti –una sonrisa sincera se dibujó en su hermoso rostro.
- Sí, lo recuerdo –mi voz se me antojó un tanto irónica, aunque nunca me gustó ese animal no había sido mi intención en ningún momento referirme a él con ironía.
el violín mientras en el lado opuesto un grupo de tres o cuatro personas escuchaban embelesados. En el lado derecho de la estancia había una gran chimenea, por algún motivo a ella le gustaba el fuego, el chisporroteo y el crepitar de las llamas, me pregunté si por ese motivo estaría encendida también la chimenea de la antesala.
Parada ante el hogar con el violín en una de sus manos y el arco en la otra se hallaba Emaleth, sin duda era una mujer muy bella, su cabello negro como la noche caía lacio hasta la cintura y lo había adornado a un lado de la cabeza con una rosa negra que acentuaba más si cabe su belleza. En sus ojos verdes se reflejaban tonos naranjas que proyectaba el fuego de la chimenea otorgándoles un brillo mágico, pero a pesar de ello reflejaban una profunda tristeza, aunque para ser sincero no recordaba haber visto otra cosa que no fuera pesar en aquellos ojos. Llevaba puesto un corpiño de encaje con un amplio escote que dejaba al descubierto su mortecina piel y una falda de volantes que caían vaporosos hasta el suelo, adornaba sus manos con unos mitones de encaje negro haciendo juego con el resto de su atuendo. Me miró y una triste sonrisa se dibujó en sus finos labios, extendió la mano con la que sostenía el arco del violín y con un gesto de sus dedos me indicó que me acercara a ella.
Avancé unos pasos hacia ella, después de cerrar la puerta tras de mí. En ese momento me percaté de que a uno de los lados de la chimenea, en una percha para aves, había un cuervo que me observaba escrutando cada uno de mis movimientos. Emaleth miro hacia el pájaro siguiendo la trayectoria de mi mirada y luego se volvió de nuevo hacia mí.
- ¿Recuerdas a Raven, querido Marcus? Sin duda él si te recuerda a ti –una sonrisa sincera se dibujó en su hermoso rostro.
- Sí, lo recuerdo –mi voz se me antojó un tanto irónica, aunque nunca me gustó ese animal no había sido mi intención en ningún momento referirme a él con ironía.
Se dirigió hacia uno de los sillones que se situaban justo enfrente de la gran chimenea y soltó allí su violín, me miró fijamente a los ojos y me tendió la mano en un gesto amistoso. Me acerqué hasta ella y tomé su mano, la atraje con suavidad hacia mí y la besé en la frente. El pájaro se agitó, moviéndose nervioso de un lado a otro del palo, profiriendo ese graznido desagradable que emiten los cuervos. Señaló a uno de los sillones y con su voz melodiosa me invitó a sentarme. Solté su mano y me acomodé en uno de ellos. Clavé mi mirada en la suya y sin más preámbulos le pregunté ¿Qué está pasando Emaleth?
SUSURROS...me ha encantado tu historia...fantástica.Unbesito y hasta mi vuelta.Mj
ResponderEliminarNarrativamente impecable y descriptivamente, como vene siendo habitual, majestuoso.
ResponderEliminarEsta vez te has mostrado verdaderamente benévola y no nos has hecho aguardar demasiado para conocer cómo continuaba esta escena que me tenía en ascuas desde que leí el anterior capítulo.
Y este capítulo, sin duda, ha cumplido ampliamente las expectativas, aunque no sería franco si dijera que imaginaba que Marcus se encontraría con una situación tan siniestra e inescrutable. Tiendo a pensar que ese ataúd y, sobre todo, ese funesto pentagrama que rezuma magia no están en el lugar por mera ornamentación...
Todos los detalles que has aportado sobre Emaleth han hecho que pueda visualizarla con suma claridad, y me ha parecido un personaje realmente fascinante. Aunque para fascinación, la que siente Marcus por los pájaros: primero el ruidoso loro y ahora el fastidioso cuervo. No me extrañaría en absoluto que nuestro vampírico amante fuera ornitófobo jajaja
Ahora habrá que esperar, nuevamente, a que sepamos a que se debe tanta solemne ceremonia subterránea. ¿Te encanta usar la elipsis para dejarnos en vilo, verdad? Malvada jajaja
Besitos, amor, pero sin enigmas ni astucias, completamente sinceros y apasionados ;)
HOLAAAAAAAAAA SUSURROS GRACIAS POR TU COMENTARIO JEJE, ESTA GENIAL LA HISTORIA Y TU BLOGGG, QUE TENGAS UN BUEN FIN DE SEMANAA
ResponderEliminar-----()"'()""()
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-----("( ____)")------> TE DEJO UN GRAN ABRAZOOOOO.
CHRISSSSSSSSSSS
Estupenda historia, te seguiré visitando, para poder seguir leyendo más. Me encanta tu mascota ELLA, yo tenía una de las de verdad en una pequeña sala, del antiguo local donde trabajaba, era bastante majestuosa, y la bauticé con el nombre de "doña Jimena", me encantaba verla allí, y no permitía que nadie la tocara(ya sabes a la mayoría les dan miedo), desgraciadamente murió, y yo aún la recuerdo.Saludos!
ResponderEliminarCon el miedo que me dan los cuervos yo ni lo miro no sea que me saquen los ojos jaja
ResponderEliminarTu historia con ese inconfundilbe misterio.
Un abrazo
Que tendrán los cuervos.... que tendrán... y ¿qué está pasando Emaleth? pues con las ganas nos dejas de saberlo, siempre en el punto perfecto!!
ResponderEliminarBuen fin de semana, besos desde el abismo
Los cuervos siempre han tenido leyenda,
ResponderEliminarpor algo sera, muy bonito tu relato,
un placer pasar por tu casa.
Que tengas un feliz fin de semana
un beso
RMC
Extraordinario.
ResponderEliminarCon cada entrega vas depurando la técnica narrativa, si cabe, y dando sobradas muestras de la gran escritora que eres.
Es fantástico el poder leerte.
John W.
Casi he podido sentir en mis manos el calor del fuego...y el cuervo como que me produce escalofrios, no me gustan nada esos bichos...
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi casa.
Que tengas un buen fin de semana!!!
\\\///
ResponderEliminar(Ó_Ó)
Aprendí a respetar a los cuervo a travez de Poe.
Monumental tu relato, eres una autentica Psión Oscura¡¡¡¡
Bye¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Pelo negro, violín en mano, sonrisa triste... me enamoré de Emaleth.
ResponderEliminarMe gustaría conocer su historia algún día.
Besos, Princesa
Muy misterioso todo dan ganas de saber que sucede pero ya jajaja Me ecanta tu historia!
ResponderEliminarUn beso
Feliz finde
Noe
Escribes tan lindo, son tan vívidas tus descripciones y tan sistemática y apegada a lo real la manifestación de tus personajes y sus sentimientos que pierdo el temor en este, tu Reino de tibias tinieblas y me rindo al deseo de cerrar los ojos y dejar que el mundo acabe con el último suspiro de mi alma en verdadero reposo. Te visito a menudo, silencioso y de prisa, como un fantasma o un pajarillo asustado. Hoy tuve tiempo y me permito decirte esto, porque aunque soy un ser de la luz, me siento también a gusto en tu dominio de elegante, acogedora sombra. Besitos cubanos.
ResponderEliminarImpresionante la manera de narrar e hilar esta apasionante historia. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como me encanta tu blog...
ResponderEliminarBuenas Noches ^^
Voy a seguir leyendo para atras...
me encanta todo esto, en serio; sin embargo, debo admitir que es muy recurrente perderme.
ResponderEliminardesde ahora empezaré desde cero e iré conociendote poco a poco, leyéndote con mucho gusto.
Fantástico susurros ese cuervo me recordo al de Edgar Alan Poe, a lo mejor te terminas convirtiendo en La Poe Española ;) , talento no te falta mi hermosa vampira, me encantó, uy viene mi jefe toy en el curro luego termino de comentarte el resto de capitulos preciosa un besazo....
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