Me incorporé de un respingo y abrí los ojos, con la respiración entrecortada y el sudor perlando mi frente. No era más que otra pesadilla -me dije a mí mismo-. Intenté tranquilizarme y respiré hondo, me dejé caer de nuevo sobre la cama pesadamente, no tenía ninguna gana de moverme, la verdad es que no había nada en mi triste vida que me impulsara a seguir adelante, de nuevo esos pensamientos lúgubres que me invitaban a abandonarme, morir resultaría demasiado fácil, demasiado tentador, tanto como para dejarme seducir y entregarme a su dulce abrazo, ese era mi destino y acudiría a su encuentro en cuanto hubiera terminado con lo que debía hacer.
Me levanté trabajosamente, angustiado aun por esa pesadilla recurrente que parecía no querer alejarse de mí por muchos años que viviera, una y otra vez, todas las noches desde que los monjes me encontraron cuando era apenas un niño vagando desnudo por las calles de Joba y me acogieron en la abadía, implacable, volvía a mí noche tras noche, como el amante que aprovecha el abrigo de las sombras para colarse en tu lecho y dejarte sumido en una profunda tristeza.
Sacudí la cabeza intentado con ese gesto sacar de ella las imágenes que aun revolotean sin darme tregua, me veía a mi mismo vagando desnudo por las calles heladas de Joba, muerto de frio y de miedo, abrazando mi cuerpo con mis manitas en un intento vano de calentarme, quería gritar, rugir, pero el miedo me atenazaba y me ahogaba, no podía gritar, no podía llorar, solo ante mis ojos una y otra vez imágenes de dos dragones ensangrentados en el frio suelo de una cueva, y un dragón de huesos practicando una especie de ritual sobre sus cuerpos muertos, oía el llanto de un niño escondido, mi propio llanto, y sabía con certeza que esos dragones tendidos en el frio suelo no eran otros que mis propios padres, en ese angustioso momento me despierto, sollozando y sin respuestas.
Todos los días al despertar me hago el mismo juramento, vengare la muerte inútil y sin sentido de mis padres y después me reuniré con ellos. He vivido buscando respuestas, desde que soy un hombre he buscado la razón de mi forma humana, ni siquiera sé como llegue a adoptar esta forma, quizá mis padres en un intento de protegerme, eso indica que ellos sabrían que estábamos en peligro, sabían que iban a morir y quisieron protegerme, pero ¿Por qué? Esa pregunta vuelve a mi mente una y mil veces.
Todos los días al despertar me hago el mismo juramento, vengare la muerte inútil y sin sentido de mis padres y después me reuniré con ellos. He vivido buscando respuestas, desde que soy un hombre he buscado la razón de mi forma humana, ni siquiera sé como llegue a adoptar esta forma, quizá mis padres en un intento de protegerme, eso indica que ellos sabrían que estábamos en peligro, sabían que iban a morir y quisieron protegerme, pero ¿Por qué? Esa pregunta vuelve a mi mente una y mil veces.