Todos los días al despertar me hago el mismo juramento, vengare la muerte inútil y sin sentido de mis padres y después me reuniré con ellos. He vivido buscando respuestas, desde que soy un hombre he buscado la razón de mi forma humana, ni siquiera sé como llegue a adoptar esta forma, quizá mis padres en un intento de protegerme, eso indica que ellos sabrían que estábamos en peligro, sabían que iban a morir y quisieron protegerme, pero ¿Por qué? Esa pregunta vuelve a mi mente una y mil veces.

jueves, 31 de diciembre de 2009
El Legado del Dragón - Libro de Valine
Todos los días al despertar me hago el mismo juramento, vengare la muerte inútil y sin sentido de mis padres y después me reuniré con ellos. He vivido buscando respuestas, desde que soy un hombre he buscado la razón de mi forma humana, ni siquiera sé como llegue a adoptar esta forma, quizá mis padres en un intento de protegerme, eso indica que ellos sabrían que estábamos en peligro, sabían que iban a morir y quisieron protegerme, pero ¿Por qué? Esa pregunta vuelve a mi mente una y mil veces.
sábado, 26 de diciembre de 2009
Libro de Marcus - 61
lunes, 21 de diciembre de 2009
Gracias Dama Blanca
viernes, 18 de diciembre de 2009
Libro de Marcus - 60

miércoles, 16 de diciembre de 2009
Gracias Pedro.
martes, 15 de diciembre de 2009
Libro de Marcus - 59.

Según me iba acercando a Assen la necesidad me iba dominando, para cuando llegue al límite del pueblo prácticamente no era dueño de mis actos, esa situación me dejaba desvalido, ya que mi mente no estaba clara para evitar ser descubierto por los paladines o los guardias que rondaban las noches del lugar. La verdad es que en ese momento y en el estado en el que me hallaba poco me importaba ser descubierto. Entré en el pueblo por los suburbios, las chamizos se apiñaban unos contra otros, la oscuridad y la bruma que se extendían por todos los rincones de aquel barrio me proporcionarían en cierto sentido el abrigo que necesitaba para pasar desapercibido. Me adentré por las callejuelas evitando pasar por debajo de las farolas, sin duda mi aspecto podría delatarme.
Me detuve ante la puerta del burdel; sabía que era una opción arriesgada, pero no tenía otra alternativa, era matar o morir cuando me fallaran las fuerzas para regresar al refugio que me ofrecía la casa de Emaleth, y el sol con sus cálidas caricias rozara mi piel para que se desvaneciera para siempre. Empujé la puerta, al abrirse una bocanada de aire viciado me golpeó el rostro, un olor nauseabundo mezcla de perfumes baratos que sin duda usaban las cortesanas, la traspiración de algunos lugareños y el humo de tabaco de pipa o de algún otro tipo de hierbas que los mortales se obstinaban en fumar… y sin lugar a dudas conocía a la persona que se las proporcionaba. Entré y me dirigí directamente a la dueña, era una mujer de mediana edad, ent

miércoles, 9 de diciembre de 2009
Libro de Marcus - 58.
- ¿Qué buscas en mi coche? Como debes suponer no eres bien recibido –se coloco el mechón que llevaba a modo de flequillo.
- Eres mi cena esta noche –una leve sonrisa iluminó su rostro.
- Supongo que hablaras en serio –sin cambiar el gesto, introdujo los dedos en la manga del vestido y tiro despacio de un estilete sin llegar a sacarlo del todo, capte la indirecta y sonreí abiertamente.
- Eres una mujer llena de sorpresas, tendremos que posponer esta cita, esta noche llevo prisa.
Salté del carruaje un tanto contrariado, mi alimento se alejaba a gran velocidad, pero la necesidad de alimentarme no había disminuido, por el contrario iba en aumento. Atravesé lo más rápido que pude el bosque, sorteando sin dificultad los árboles: olmos centenarios en su mayoría. Me detuve ante la casa, observé con detenimiento cada ventana, intentando averiguar si ella estaba dentro, pero nada parecía indicar que así fuera; por un momento deseé que estuviera el hombre que ahora se sentía dueño del corazón de mi vampiresa. Por un momento recreé en mi imaginación varias maneras de darle muerte, una amplia sonrisa asomó a mis labios, he de reconocer que habría sido un gran placer para mí acabar con su vida.

Atravesé la puerta de entrada con paso firme, la casa no había cambiado, parecía que el tiempo se había detenido en la noche que tomé mi capa y salí para no regresar en casi un siglo. Subí la escalera que conducía al segundo piso, avancé despacio por la galería acariciando cada uno de los recuerdos que acudían a mi mente en tropel, al fondo se hallaba la puerta de nuestra alcoba. Posé la mano en el picaporte, y en ese momento fui consciente de que hasta el pulso me temblaba ligeramente. Abrí la puerta despacio, el aroma al perfume dulzón que utilizaba Drusila me invadió hasta nublar mis sentidos, un pequeño bulto de ropa llamo mi atención: estaba en el suelo junto a la cama, era el camisón de Drusila. Lo recogí del suelo y lo dejé sobre la cama. Miré a mi alrededor, el dormitorio de Dru seguía siendo sin duda su refugio, seguía tal y como yo lo recordaba. Me acerqué a su mesilla y deposité allí la carta. Ya sólo me quedaba esperar la respuesta.
domingo, 6 de diciembre de 2009
Premios al Blog
viernes, 4 de diciembre de 2009
Libro de Marcus - 57.

- Lo imagino Marcus, y respecto a eso sólo te pediré una cosa: no le hagas daño a Drusila, ya lo ha pasado bastante mal en tu ausencia. Casi tanto como sufrimos nosotros durante el proceso de transformación de Raven. Lo intentamos todo, pero no pudimos frenarlo; aún así jamás le abandonaré, entre los dos encontraremos el remedio o pereceremos en el intento.
Hizo un gesto de desagrado dando así por terminada la conversación. Se giró de nuevo hacia el cuervo sin dejar de acariciarlo, el animal permanecía inmóvil… sin duda disfrutaba de cada una de las caricias de esa gélida y delicada manita. Se alejó del cuervo y volvió a coger el violín, se acercó a las llamas del hogar y retomó su música por donde la había dejado. De nuevo los acordes de aquella triste melodía invadieron los rincones del caserón otorgándole un halo aún más misterioso.
Volví sobre mis pasos, atravesé la antesala y de nuevo el loro profirió sus estridentes gritos alertando de mi presencia a todo el que pudiera escucharle, pero en esta ocasión no me importó, incluso me paré un momento para oír las barbaridades que soltaba por el pico: una sonrisa se dibujó en mi rostro al tiempo que intentaba imaginar quien se las habría enseñado; en pocos segundos tuve claro que no podía ser otro que Tasadar. Empecé a subir la escalera cuando me di cuenta de que había anochecido, me llevé la mano al pecho para comprobar que la carta que le había escrito a Dru seguía en el bolsillo interior de mi levita. Me detuve un segundo dudando si sería o no el momento de acercarme a su casa, la sola idea de tenerla ante mí me alteraba hasta tal punto que el corazón habría saltado de mi pecho si aún pudiera latir. Giré tan bruscamente que me vi obligado a saltar de un golpe los peldaños que había subido, me encaminé hacia la puerta que daba acceso a la casa y salí a la calle. La luna se alzaba asomando tímidamente entre las copas de los árboles, su tenue luz apenas iluminaba el sendero. Atravesé el claro para adentrarme en el espeso bosque. La oscuridad me cubrió con su denso manto y las sensaciones que horas antes había despertado en mí aquel viejo bosque volvieron a invadirme. Me sentí fortalecido y capaz de enfrentar cara a cara todas y cada una de las dificultades a las que sin duda debería hacer frente para recuperar el amor de Drusila.
Estaba llegando al camino que partía de Assen hacia el norte, era un sendero concurrido ya que conducía directamente a Sartil-Null, ciudad que albergaba entre sus robustas murallas el Palacio Real. Los comerciantes de Assen solían recorrer aquella calzada durante las noches para llegar con las primeras luces del alba. Hacía ya varios días que no me alimentaba, a pesar de haber conseguido dominar en cierto modo el ansia, el dolor qu

Me agazapé entre unos matorrales bastante altos, la complicidad de la luna era lo que necesitaba para no ser descubierto, permanecí inmóvil durante bastante rato, hasta que mi suerte cambió. Un lujoso carruaje se acercaba bastante veloz, era una calesa oscura, tirada por dos briosos corceles negros; sin duda alguien importante viajaba en su interior, pero para su desgracia yo podía ser más veloz que sus caballos. Esperé a que el carruaje estuviera a mi altura y salté sobre él, abrí la puerta y me colé en su interior a gran velocidad. Me quedé paralizado, no era posible lo que estaba contemplando.
lunes, 30 de noviembre de 2009
Libro de Marcus - 56.

-Tú y yo estamos malditos Raven, amigo mío… estamos condenados y no sólo a la eternidad.
Fue entonces cuando resolví formar parte de la conversación que sin duda Emaleth estaba evitando mantener conmigo. Me incorporé en el asiento apoyando los codos en las rodillas, mientras ella había dejado el fuelle a un lado del hogar y estaba acariciando al cuervo con el dorso de la mano, me miró fijamente esperando mi reacción. Esperé paciente a que estuviera preparada para contarme lo que estaba pasando, aunque en mi interior la curiosidad se iba haciendo cada vez más fuerte.
- Supongo que sabrás que hace ya casi un año desde que volví a despertar –hizo una pausa esperando mi respuesta.
- Lo sé, Valkiria me lo contó en alguna ocasión pero no me dio detalles, tan sólo que Selil te trajo de vuelta con magia negra –contesté mientras asentía con la cabeza. Me miró esbozando una sonrisa amarga.
- Así es, ella me trajo de regreso. Mentiría si te dijera que fui consciente de donde estaba o de lo que sentí mientras estuve allí –seguía acariciando al cuervo distraídamente mientras hablaba conmigo– pero de algo si estoy segura Marcus, tan segura como estoy de que tú y yo estamos hablando de ello ahora mismo. Hay algo dentro de mí, algo que según van pasando los días me controla cada vez más, algo que me consume –tiró de uno de sus guantes de encaje negro y me mostro el antebrazo; lo examiné con cuidado-. Al principio –prosiguió con su relato– tan sólo era una mancha, algo informe, borroso, una mancha que más que doler molestaba, pero poco a poco ha ido perfilándose, tomando forma… y según la mancha se va definiendo noto como el mal que me consume crece dentro de mí, toma fuerza en mi interior y día a día lo voy viendo más claro –giró la cara hacia el cuervo y le dedicó una sonrisa abatida–, este símbolo representa a un cuervo con las alas desplegadas, es aquél que se te llevó amigo mío –su melodiosa voz pareció quebrarse al pronunciar las últimas palabras.

Me quedé un tanto aturdido, no supe que decir ni que hacer en ese momento, sentía la necesidad de tranquilizarla, pero las palabras huyeron de mi boca, sólo pude mirarla perplejo. ¿Cómo era posible que Emaleth portara algo tan terrible en su interior? Algo que la consumía lentamente, ¿pero que podía ser? ¿Por qué Selil no lo había previsto? Tantas y tantas dudas me invadían en ese momento que no pude articular ni una sola palabra. Emaleth notó mi turbación y continuó hablando.
- Desde que ese cuervo apareció en mi muñeca he ido experimentando cosas cada vez más extrañas, cosas que nunca antes de El Despertar me habían sucedido. Lo he estado ignorando cuanto he podido, pero sé que, más bien temprano que tarde, tendré que afrontar la realidad. Tendré que marcharme… hasta que consiga averiguar qué es esto que porto, o al menos, consiga dominarlo. Lo entiendes, ¿verdad, Marcus? –me instó intentado que volviera a centrarme en la conversación y pudiera abandonar, al menos de momento, la conmoción que me había supuesto enterarme de aquella espantosa noticia.
- Vas a marcharte entonces –balbucí en un tono de voz que sonó un poco grotesco.
- Así es, he de hacerlo. Pero tú puedes quedarte en mi casa todo el tiempo que necesites, puedes disponer de mi casa como si fuera la tuya, toma –extendió la mano para ofrecerme la llave del caserón.
- Te lo agradezco Emaleth, supongo que sabes el motivo que me trae de vuelta –dije mientras la cogía.
viernes, 27 de noviembre de 2009
Libro de Marcus - 55.
el violín mientras en el lado opuesto un grupo de tres o cuatro personas escuchaban embelesados. En el lado derecho de la estancia había una gran chimenea, por algún motivo a ella le gustaba el fuego, el chisporroteo y el crepitar de las llamas, me pregunté si por ese motivo estaría encendida también la chimenea de la antesala.
Parada ante el hogar con el violín en una de sus manos y el arco en la otra se hallaba Emaleth, sin duda era una mujer muy bella, su cabello negro como la noche caía lacio hasta la cintura y lo había adornado a un lado de la cabeza con una rosa negra que acentuaba más si cabe su belleza. En sus ojos verdes se reflejaban tonos naranjas que proyectaba el fuego de la chimenea otorgándoles un brillo mágico, pero a pesar de ello reflejaban una profunda tristeza, aunque para ser sincero no recordaba haber visto otra cosa que no fuera pesar en aquellos ojos. Llevaba puesto un corpiño de encaje con un amplio escote que dejaba al descubierto su mortecina piel y una falda de volantes que caían vaporosos hasta el suelo, adornaba sus manos con unos mitones de encaje negro haciendo juego con el resto de su atuendo. Me miró y una triste sonrisa se dibujó en sus finos labios, extendió la mano con la que sostenía el arco del violín y con un gesto de sus dedos me indicó que me acercara a ella.
Avancé unos pasos hacia ella, después de cerrar la puerta tras de mí. En ese momento me percaté de que a uno de los lados de la chimenea, en una percha para aves, había un cuervo que me observaba escrutando cada uno de mis movimientos. Emaleth miro hacia el pájaro siguiendo la trayectoria de mi mirada y luego se volvió de nuevo hacia mí.
- ¿Recuerdas a Raven, querido Marcus? Sin duda él si te recuerda a ti –una sonrisa sincera se dibujó en su hermoso rostro.
- Sí, lo recuerdo –mi voz se me antojó un tanto irónica, aunque nunca me gustó ese animal no había sido mi intención en ningún momento referirme a él con ironía.
Se dirigió hacia uno de los sillones que se situaban justo enfrente de la gran chimenea y soltó allí su violín, me miró fijamente a los ojos y me tendió la mano en un gesto amistoso. Me acerqué hasta ella y tomé su mano, la atraje con suavidad hacia mí y la besé en la frente. El pájaro se agitó, moviéndose nervioso de un lado a otro del palo, profiriendo ese graznido desagradable que emiten los cuervos. Señaló a uno de los sillones y con su voz melodiosa me invitó a sentarme. Solté su mano y me acomodé en uno de ellos. Clavé mi mirada en la suya y sin más preámbulos le pregunté ¿Qué está pasando Emaleth?
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Libro de Marcus - 54.
Me hallaba perdido en mis recuerdos cuando escuché un violín, la música sonaba muy tenue. Me senté en la cama de un salto y agucé el oído intentado ubicar de donde procedía la melodía.

Decidí que a pesar de la advertencia de Trasdar de que no anduviera por el caserón, había llegado el momento de salir de aquella estancia y aventurarme por aquellos oscuros pasillos con el fin de descubrir el motivo por el cual aquel vampiro me había mentido sobre el paradero de Emaleth. Salí a la galería, que como el resto de la casa se hallaba en penumbras, las luces de algunos candiles iluminaban tímidamente los largos corredores que dividían la casa en tres zonas bien diferenciadas. Llegué a la escalera y me detuve para comprobar que ningún ruido provenía del piso de abajo, al menos ningún ruido cerca de la escalera. Una vieja escalera de madera que si no fuera por la alfombra que la cubría sujeta con unas varillas doradas en cada ángulo de los escalones, habría crujido alertando a cualquiera de mi presencia, no podía permitir que me descubrieran hasta haber llegado a la melodiosa sintonía y a su hacedora. Bajé los escalones uno por uno, poniendo en ello todo el sigilo del que era capaz y por fin llegué al piso bajo: delante de mí, la puerta que daba acceso a la mansión se alzaba imponente como si de un enorme vigilante se tratara. La chimenea estaba encendida, me pregunté para qué la habrían encendido unos

sábado, 21 de noviembre de 2009
Premios al Blog
Miedoso decidió asustarme y la verdad es que me ha gustado su manera peculiar de hacerlo, os invito a pasar por su blog ㋛۞¤ ๋•★ ♣ ♠El Portal♠ ♣ ★๋•¤۞㋛ es un gran blog.

El premio blog Fantasía me llega de otro gran blog Fábrica de Sueños de la mano de Dama Blanca que me sigue desde el principio, no sé si porque le gusta mi blog o porque es de mi familia, casi mejor no le pregunto xD.
Gracias Dama Blanca.
Este premio tiene sus reglas que son:
1-Mencionar y enlazar a quien lo concedió
2-Explicar de qué se trata el premio.
3-Elegir y enlazar cinco blogs para continuar el premio
4-Anotar las reglas.
5-El diseño y reglas del premio son inalterables.
El premio se trata del reconocimiento a esos blogs y temática que nos transportan a una sana fantasía que como dijo el escritor J.R.R Tolkien" La fantasía es una actividad humana natural, que no destruye ni ofende la razón; al contrario, cuando más aguda y clara es la razón más capaz será de producir buenas fantasías, lo cual es muy positivo e incluso irónico".
Por último quisiera añadir que me gustaría poder entregar este premio a todos los que me seguís, pero solo pueden ser cinco los elegidos, espero que nadie se lo tome a mal porque realmente lo tengo muy difícil para decidir. Esta vez le voy a pasar el testigo a:
- Maldoror - Melodías de Clavicordio
- John W. - POLIDORI
- Fher - La Liturgia de las Despedidas
- Miguel Angel - Doloralfa
- Voivoda Vlad Dracul - Drácula
Este premio me llego ayer, pero lo voy a incluir en esta entrada, ya que va de premios. Viene de Mis cosas son tus cosas, el blog de Manu. El premio se llama “El Blog más Chulo”, todos los blogs que he visitado tienen cosas chulas, así que me gustaría que lo tomarais como un homenaje, pero como me va a ser imposible nombraros a todos, nombrare a algunos y los demás por favor no lo toméis a mal, aunque vuestro blog no salga en la lista el premio es igualmente para vosotros también.
- POLIDORI
- La Liturgia de las Despedidas
- ㋛۞¤ ๋•★ ♣ ♠El Portal♠ ♣ ★๋•¤۞㋛
- Testamento de un padre soltero
- STELLA
- EL OSCURO Y POLVORIENTO DESVÁN DE MI MEMORIA
- REBELDE
- Déjá vu
Para finalizar, recordaros que los que no estéis en esta lista, igualmente podéis recoger el premio si lo deseáis. Besitos a todos.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Libro de Marcus - 53.

No podía ni quería imaginar mi vida sin tenerla a mi lado, las ganas de seguir con mi existencia me abandonaban por momentos, llegando incluso a plantearme la posibilidad de salir al jardín y dejar que el sol acariciara mi rostro por última vez… acaricié esa idea durante bastante rato. Me acerqué a la ventana y corrí la gruesa cortina, en el horizonte se podía apreciar la claridad que apenas imperceptible iba tornando la oscuridad de la noche en una mañana que a pesar de amenazar con ser clara y soleada para mí era la más oscura y tenebrosa de toda mi vida.
Cerré las cortinas con tanta fuerza que la barra de madera que las sujetaba estuvo a punto de ceder y caer sobre mi cabeza. En ese mo
Guardé la carta en el bolsillo interior de mi levita y volví a dejarla sobre la chaise longue. Me dirigí hacia la cama y me dejé caer pesadamente en ella, tan sólo hacía un rato que había amanecido, me esperaba un día muy duro y muy largo. Tirado sobre aquel mullido colchón y con la vista fija en algún punto del techo, mi recuerdos decidieron afluir a mi mente. Una sonrisa amarga se dibujó en mis labios al recordar el momento en el que por primera vez pude contemplar la sonrisa dulce de mi pequeña Drusila.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Libro de Marcus - 52.

- Me llamo Marcus, soy un viejo amigo de Emaleth pasaba por a….
- Emaleth no está en este momento –me cortó tan bruscamente que no pude terminar la frase.
- ¿No sabéis si tardará en regresar? –contesté y, a pesar de intentar que no se notara, el tono de mi voz sonó contrariado por los modales de aquél vampiro.
- Suele tardar varios días en regresar, pero te prepararé una estancia donde puedas acomodarte hasta su regreso. Soy Tasadar – inclino la cabeza a modo de saludo.
Cerró la puerta tras de mí, dio tres vueltas de llave y me hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera. La entrada al caserón era muy amplia, una gran alfombra cubría casi la totalidad de la estancia. A pesar de que fuera de la casa no se divisaba luz alguna, dentro se respiraba un ambiente agradable y acogedor, iluminado por algunos candelabros de cuatro velas que titilaban alumbrando la antesala. Los muebles bastante aparatosos eran de algún tipo de madera tirando a rojiza, los tiradores labrados pendían de los cajones. Las finas porcelanas que sin duda habría colocado Emaleth sobre esos muebles denotaban un gusto exquisito. At

con su manto de silencio,
buscaré desesperada
el recuerdo de tus besos.
envuelva todo mi cuerpo,
con mi último suspiro
volveré a decir Te quiero.
martes, 10 de noviembre de 2009
Libro de Marcus - 51.

Pensé en tomar una habitación en la posada, pero lo descarté casi de inmediato, no era un buen sitio ya que me vería obligado a pasar por delante del ayuntamiento, ahora custodiado por los Paladines; esos hombres parecían poseer un don especial para detectar a los vampiros. Me paré un segundo ante la puerta con la mano apoyada sobre el pomo, por un momento dudé si debería de quedarme junto a Selil esa noche, pero tuve la certeza de que la gente de K no volvería durante un tiempo, y desde luego mucho menos esa noche.
Giré el pomo y tiré de la puerta que se abrió sin ofrecer la más mínima resistencia, una bocanada de aire fresco inundó la entrada, no me había dado cuenta hasta ese momento de lo cargado que se hallaba el ambiente dentro del recinto, lo cierto es que lo agradecí. Salí al callejón, la antorcha que iluminaba el cartel con el nombre del garito se había apagado, la luna iluminaba tímidamente los callejones de los suburbios, las destartaladas casas adquirieron una imagen más ruinosa si cabe. En los arrabales raramente se podía llegar a ver el cielo dado que la bruma era demasiado espesa, pero aun así intuía que el sol no tardaría demasiado en salir. Tenía que decidir rápido donde dirigirme si no quería que me pillara sin haberme refugiado antes. Una imagen acudió a mi mente, una hermosa y dulce dama, que a pesar de ser una vampiresa era una mujer sensible dedicada a las artes y a la interpretación, Emaleth, mi querida y vieja amiga.
Recordé mientras caminaba por aquellas angostas callejas que Emaleth vivía en un viejo caserón no muy lejos de Assen, si apresuraba el paso me daría tiempo a llegar antes del amanecer. La última vez que la vi, me invitó a pasar unos días en su casa, recuerdo que vivía con otros dos vampiros que a mi juicio se rifaban sus favores. Si no recordaba mal uno de los vampiros que compartía la morada con ella se hacía llamar Tasadar, un arcano bastante antiguo, poseedor de una magia muy poderosa. Los hechiceros no sé realmente por qué motivo siempre me han producido cierto rechazo. En este caso, no sólo era rechazo, había llegado a mis oídos que admiraba a Drusila, motivo suficiente como para que me hiciera ponerme en guardia. Aceleré el paso y me encaminé hacia el caserón.
Abandoné los callejones de los suburbios para adentrarme en las calles de Assen que aún permanecían iluminadas por las farolas convenientemente situadas a poca distancia en ambos lados de la calle. Me encaminé hacia el sur, no estaba seguro de recordar el camino, pero sabía que en el camino

jueves, 5 de noviembre de 2009
Libro de Marcus - 50.
Algunas de las personas que frecuentaban el lugar habían permanecido atentas a la disputa hasta ese momento, pero abandonaron el local a un gesto de Selil. K alzó una mano al frente y en ese momento sus súbditos tomaron posiciones estratégicas, rodeándonos. Estudié las posibilidades que teníamos partiendo desde la base de que Selil, de todas todas, iría a por K lo cual me obligaba a estar pendiente de los movimientos de Vildur, que sin duda atacaría a la vampiresa en defensa de su líder. La pelirroja torció el gesto cuando aquel hombre se desplomó ante sus ojos. Ambas mujeres se retaban con la mirada, aunque en el rostro de Selil seguía dibujada una sonrisa burlona.
-No estoy dispuesta a hacer concesiones -en ese momento Selil empuñó su alabarda pasándola a tan solo unos centímetros del rostro de la pelirroja que instintivamente dio un salto hacia atrás armándose a su vez con sendos estoques.
En ese momento Vildur avanzó hacia Selil a grandes zancadas, le corté el paso asestándole un golpe en la mandíbula que le desestabilizó haciéndole caer al suelo, se incorporó de un salto y se encaró conmigo, había conseguido distraerle de su objetivo. Como había previsto, los demás hombres de K se dividieron, pude ver a Selil saltar sobre uno de ellos y beber su sangre hasta dejarlo inerte tendido sobre las alfombras que revestían el suelo del local. Los ojos de la vampiresa brillaban a consecuencia del frenesí provocado por la sangre humana, sus movimientos se tornaron más agiles y precisos, en cuestión de

-Alégrate querido Marcus, por suerte no seremos nosotros los que tengamos que limpiar todo esto -su risa resonó por todo el local, paso un dedo por el filo de la alabarda llevándoselo después a la boca.
viernes, 30 de octubre de 2009
Libro de Marcus - 49.


- No recuerdo haberos invitado a esta fiesta… -Selil sonrió, cruzándose de brazos.
- Siento discrepar, querida… pero tienes algo que me pertenecía y a lo que no estoy dispuesta a renunciar –repuso la pelirroja en tono altivo.
- Cariño… puede que no lleve corona, pero yo soy la verdadera reina de todo esto. Todo lo que entra en el reino me pertenece legítimamente, a no ser que algún valiente ose discutírmelo… -Selil paseó la vista por todos los integrantes de la banda y esbozó una sonrisa, mostrando los colmillos- en cuyo caso tendría que estar dispuesto a rebatirlo con su propia vida. ¿Alguien quiere jugar?
- ¿Esto es lo mejor que sabes hacer, “querida”? –dijo, imitando su tono de voz.
Ankhalinar
No podía apartar de mi mente la espada, –sin pensarlo apreté la bolsa contra mi cuerpo- aquella magnifica espada sería sin duda la que marcaría mi destino. Ankhalinâr… el legado de mis ancestros. Mi herencia.